11.3.15

De idealizaciones y castigos

"Vos buscás aceptación", me dijo Novio hace un tiempo. Y se me abrieron los ojos de par en par. ¿Cómo puede ser que ante cosas tan obvias para otros, uno mismo esté tan ciego?

Busco aceptación de parte de la gente que me importa. Busco cariño y estabilidad emocional. Quizás porque mi papá me abandonó de chica y temo un constante re-abandono desde ese y otros ámbitos de la vida. Capaz ese miedo constante a quedarme sola, a no tener a nadie al lado, me lleva a esa búsqueda eterna y sin frutos.

Buscar aceptación tiene impresa la condena innata al fracaso, porque nunca podemos ser lo que otros buscan por la sencilla razón de que nuestra unicidad nos hace irrepetibles. Podemos cumplir ciertas tendencias que el otro busca pero de forma absoluta, jamás.

Desde que tengo memoria intento sobresalir en algo, lo que sea. Necesito algo que me diga que valgo la pena para los demás, que los otros no me van a abandonar porque ese "algo" especial me imprime valor como si fuera un bien de consumo. ¿Y qué pasa si no destaco en nada? Siento que no sirvo, porque qué sentido tiene vivir si nadie piensa que valés algo como para estar a tu lado.

Recuerdo ser una nena que lloraba por un diez menos en la escuela, porque su mamá ya no iba a pensar que ella era inteligente y seguro la abandonaba. Porque así razonaba a los seis años y en gran parte sigo haciéndolo hoy. ¿Por qué para los demás es distinto? ¿Por qué yo sí puedo amar a una persona que es un nueve, un ocho, un seis, y conmigo uso unos estándares imposibles de alcanzar y cuando no los alcanzo, me castigo?

¿Por qué buscar aceptación en lugares obsoletos? Intento que familiares me adoren, como sé que lo hacen con otras personas, trato de ser esa chica diez, que trabaja mil horas y progresa en su vida, pero nunca lo cumplo. Son figuras estereotipadas que se estiman como ideales, pero que en la realidad no existen. Quizás mi abuelo admire a aquella joven que tiene marido y plata, pero lo haga sin conocer que realmente esa chica tiene otras aristas no tan resplandecientes como él cree. Quizás la gente que admira (admirar no es amar) a otra persona lo haga desde una total idealización y desconocimiento de lo real.

Idealización que me llevó por años a creer que un hombre tiene que tener capa azul para ser un novio potencial, que el amor es como en los cuentos y si no es perfecto no sirve. Así como me hacía pensar que un hombre tiene que ser un poco Dios, un poco padre, hermano y Superman, y que si no cumple con eso no sirve. Le puse una carga inmensa a la figura masculina totalmente innecesaria y es más, totalmente inservible porque buscando esos ideales me crucé con más pelotudos que humanos. Una idealización tan estúpida, tan permeada del clásico machismo con sus roles estipulados que me hacía odiarme por no entrar en estereotipos de mujer. Que también me hacían creer que mi madre o mi tía podían ser putas por tener tantos fracasos de parejas en sus vidas. 

Busco aceptación en otros porque no la encuentro en mí, porque no entiendo bien quién soy ni qué tengo que hacer de mi vida. Porque no sé si las elecciones que hice/hago fueron/son producto de mis propios deseos o de las ganas de complacer que llenan cada aspecto de mi vida.

Es tan duro vivir bajo una vara tan elevada. Es imposible, y la frustración constante te lleva a un desprecio por uno mismo que asquea. Me pregunto cómo será posible bajar esa vara, hacerme amiga de mi misma, de esa nena que no era perfecta, de esa madre que tampoco lo será, de ese abuelo que no ve más allá de ilusiones. ¿Cómo quererme a mí antes que a otros?, ¿cómo aceptar que la felicidad no pasa por cumplir con estándares imposibles si no con aprender a medida que uno va creciendo?, ¿cómo dejar de castigarse por las malas elecciones pasadas?

Me pregunto si alguna vez dejaré de hacer mío el asco o la indiferencia que produzco en otros, si podré dejar de hacer jueces de mi vida a los otros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario